Tito Monterroso |
Al principio la Fe movía montañas sólo cuando era
absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo
durante milenios. Pero cuando la Fe comenzó a propagarse y a la gente le
pareció divertida la idea de mover montañas, éstas no hacían sino cambiar de
sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había
dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las
que resolvía.
La buena gente prefirió entonces abandonar la Fe y ahora las
montañas permanecen por lo general en su sitio.
Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual
mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un
ligerísimo atisbo de fe.
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