El gusto por la lectura
puede llegar en cualquier momento, y ¡qué maravilloso es poder olvidarse del
día a día cuando nos metemos en el mundo de los libros!; sin embargo, es
indudable que la infancia es el mejor momento para cautivar a un lector, porque
los niños, lectores inocentes que aún desconocen los límites de la realidad,
son capaces de imaginar lo que nosotros cuestionamos. Pero ¿cómo hacemos para
fomentar la lectura en ellos en un mundo en el que lo audiovisual impera?
Para comenzar debo
decir que el primer contacto de los niños con los libros somos los adultos, y
debemos empezar a leer con ellos lo antes posible, de tal manera que, el hábito
de la narración de cuentos, retahílas y poemas debe comenzar antes de que ellos
sean capaces de leer alfabéticamente. Ese momento, además, tiene que ser como
un juego: ¿se imaginan que la voz del lobo y la de la abuelita suenen iguales?
¡Imposible! Nuestra narración debe intrigarlos y, tan pronto puedan leer, esas
voces que salen de los libros correrán a su encuentro. El primer consejo,
entonces, es darle al libro la oportunidad de que sea un juguete, pues la mayor
ocupación de un niño debe ser el juego.
Otro punto importante
que debemos conocer son los gustos de los niños para ayudarlos a escoger sus
lecturas, aunque es mejor si las escogen ellos. Esa es una forma de decirles
que respetamos sus gustos; solo es importante recordar que no debemos dejarlos
solos. Aprovechemos para preguntarles su opinión acerca de situaciones,
personajes y acciones. Acompañemos la lectura con dibujos, escritura o con
alguna manualidad en función al libro que leyeron, lo que fortalecerá su
comprensión lectora creativa.
De todas formas, les
dejo una guía rápida (por edades) de temas a los que los niños reaccionarán
mejor:
v De 0 a 3 años: canciones de cuna, arrullos, juegos
verbales, ilustraciones a página entera y sin texto; rimas y figuras con
movimiento.
v De 3 a 5 años: cuentos de animales, humorísticos, de
secuencias breves, de una sola trama lineal, que no tengan más de dos
personajes principales, letra grande y poco texto.
v De 5 a 7 años: cuentos de hadas, de fantasía y
suspenso. Juegos de magia o experimentos sencillos, y tramas cortas con no más
de cuatro personajes principales.
v De 7 a 9 años: cuentos de misterio y suspenso, de
aventuras con riesgo, de animales peligrosos y viajes intergalácticos. Menos ilustración
y más texto.
v De 9 a 12 años: cuentos de terror y horror, aventuras,
historias reales, divertidas e increíbles. Tramas paralelas y con más de cuatro
personajes centrales.
v De 12 en adelante: libros de poesía y pensamientos, de
historias heroicas, románticas y biográficas, policiacas y testimoniales, de
conflictos juveniles y familiares, de orientación y consejos.[1]
En realidad, no es tan
difícil lograr que los chicos asocien la lectura con una experiencia positiva,
es cuestión de creatividad, de hacer de la lectura una experiencia ágil, con la
que los niños puedan reír y disfrutar. Y el último consejo, quizás el más
importante y difícil de lograr es que los adultos también tenemos que disfrutar
con la lectura: un niño que ve a sus padres leyendo, es un niño que, por
imitación, leerá tan pronto pueda.
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