En el
año más cervantino que viviré nunca, el autor del Quijote está omnipresente,
hasta hacerse cotidiano. Si miro hacia atrás, él siempre ha estado ahí: cada 23
de abril, cada vez que releo algún capítulo del Quijote en ese viejo volumen
heredado de mi abuelo, cada vez que paseo por el barrio de las letras y camino
por las mismas calles que él pisó.
Lectores,
escritores, libreros, editores, profesores y todos aquellos que amamos los
libros y trabajamos para que la Literatura forme parte de nuestra existencia y
de la de los demás, marcamos en rojo esta fecha en el calendario. Ninguno de
nosotros seríamos los mismos sin los libros leídos.
Y la
Literatura nos sale al encuentro en cada recodo de la vida.
Una
imagen que me sorprendió hace un par de años me regaló la idea para un libro
infantil. Una tarde de otoño paseaba por la calle del León, junto al edificio
que se encuentra en el mismo lugar donde estaba la casa en la que murió
Cervantes. Levanté la vista, en busca quizá de algún rastro invisible del
escritor, y de alguna manera lo encontré. En los balcones del segundo piso
descubrí un cartel que rezaba: “stop, desahucios”. Me sobrecogí porque pensé
que ese desahuciado podría haber sido el autor del Quijote, que murió casi en
la miseria, en ese mismo lugar hace 400 años, a pesar de haber creado al personaje
más famoso de todos los tiempos. La idea no dejaba de dar vueltas en mi cabeza:
¿qué pasaría si Cervantes viviese en el siglo XXI?
Así
surgió Mi vecino Cervantes, una
historia que me ha permitido hablar del escritor a niños y mayores, jugando con
esa hipótesis fantástica. Si Cervantes hubiese vivido en el siglo XXI habría
sido un desahuciado más, pero nunca habría perdido su capacidad creadora ni su
fe en el poder de la palabra.
He
celebrado los días previos al 23 de abril con euforia contagiosa. Este año no
me he conformado con celebrar el día del libro y querido dedicarle a la
Literatura la semana completa. En los
centros escolares se está hablando mucho de Cervantes. Los profesores queremos
acercar a los chicos la figura de este hombre singular que tuvo una vida
difícil pero que nunca dejó de soñar ni de escribir, que nos regaló historias
hermosas y personajes inmortales.
Cada
23 de abril, se trata, en definitiva, de celebrar la fiesta de los libros y la
lectura. Y esa fiesta puede tener muchas caras: algunos recitan poemas, otros
decoran paredes con frases y versos, algunos leen en voz alta, otros en voz
baja; pero lo importante es que nadie se sienta excluido por la Literatura. En
tal caso, se estaría perdiendo uno de los grandes placeres de la vida.
Es tan
hermoso sumergirse en una buena historia, emocionarse con los versos que
alguien escribió hace siglos, vivir la vida de otros que se mueven en nuestra
imaginación, visitar lugares que jamás pisó nadie, identificarse con ese
personaje que alguien escribió pensando en ti, instalarse lejos de lo cotidiano
y aparecer en otro lugar… que me parece que una sola vida no basta para leer
tanta belleza. ¡Vamos! No hay un minuto que perder.
Rosa Huertas es escritora de literatura infantil, su libro Mi vecino Cervantes del sello Anaya, recoge esta experiencia.
Fotografía fuente: www.tandemadrid.com
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