Pocos
juguetes de la infancia son tan anhelados e idealizados como una casa de
muñecas. Con sus habitaciones minuciosamente ordenadas, su pulcritud exagerada,
y sus paredes rosas y azul cielo, han sido desde siempre, un constante
recordatorio de perfección: el hogar soñado, hábitat de gente fina y delicada,
donde, por supuesto, nada malo podría acontecer. Sin embargo, la Casa de muñecas que presenta la
escritora Patricia Esteban Erlés es diferente y atípica, pintando en negro y
magenta su propio panorama, donde lo terrorífico e inquietante transita por
cada una de sus habitaciones, y juegan con la imaginación del lector, que
recibe el más puro horror en pequeñas cápsulas.
En Casa de muñecas, no solo se recorre un
lugar, que ya no es tan sacro como aparentaba, sino que también se exploran los
miedos más profundos de la infancia, la inocencia profanada, entre otras
narrativas que se entretejen y se van develando en medio de un ambiente de tensión
y horror creado por personajes perturbadores. A través de las diversas
estancias de la casa, se distribuyen cien microrrelatos terroríficos, que
construyen el cuarto libro de la también autora de Abierto para fantoches (2008), Manderley en venta (2008) y Azul Ruso
(2010), proyecto que realizó en colaboración con la ilustradora Sara
Morante. Durante su visita a Guayaquil, como invitada a la IV edición del
Festival de Micronarrativa Ciudad Mínima,
la autora de española conversó sobre las posibilidades del género, los
elementos que construyeron su Casa de
muñecas, y su participación en esta iniciativa cultural.
¿Qué es lo que más le apasiona del género?
Me
gusta muchísimo la capacidad que tienen las palabras para contar mucho en muy
poquito espacio. Es apasionante leer una buena novela, pero me fascina la forma
en que literatura puede aprisionar las palabras, todas las que necesitas, y contarte
lo mismo. Es un reto del escritor con el propio escritor y una lucha contra el
tiempo, y contra el espacio que es lo que falta cuando estás escribiendo
microrrelatos.
Una de las peculiaridades de la micronarrativa es la
exigencia de un lector activo, presto a hacer uso de su imaginación para
completar los relatos, ¿considera que el género de horror le brinda más
posibilidades al lector con respecto a esta característica?
Yo creo que el horror es algo que nos apasiona sentir,
¿no? Leer historias de miedo, ver películas de terror provoca una sensación de
control, es decir, sientes miedo pero a la vez sabes que lo puedes controlar. Creo
que eso lo tenemos todos los seres humanos desde que somos niños, esa sensación
de querer pasar miedo en pequeñas dosis, y el género se presta muy bien. Este
también utiliza la intertextualidad, que permite al lector conectar enseguida
con el escritor mencionando criaturas: monstruos, personajes, y motivos del
terror. Hay un montón de elementos que los puedes integrar y el lector ya sabe
a qué te estás refiriendo.
¿Cuáles son los elementos imprescindibles que
convierten un texto en un microrrelato?
David Roas defiende con tesis clara que
un microrrelato es un relato reducido. Si nos atenemos a esto, significaría que
este debe tener los mismos elementos que un relato de una extensión mayor. Considero
que los microcuentos deben tener los mismos elementos que un relato
convencional, solo que mucho más difícil de desencriptar y también, mucho más
esquematizado.
“Lo malo no está en el monstruo, sino en los
ojos que miran al monstruo”
Según
comenta, la autora de Casa de muñecas,
esta se inició a construir cuando ella decidió empeñarse en redactar todos los
días un microrrelato. “Escogía una fotografía
de moda, y me imaginaba como era la vida de la mujer que estaba allí. Entonces colgaba
los microcuentos en Facebook y allí había una recepción inmediata, la gente
comentaba, y aquello me servía para engrandecer o para terminar de rodear la
historia con aquellos rasgos que me daban”.
Sobre la construcción de los personajes presentes en el libro, Patricia
se considera una buena recopiladora, porque muchos de ellos han sido fruto de
historias contadas por mujeres, que reflejan episodios de la infancia, y que la
autora ha revestido de literatura.
En Casa de
Muñecas se vive este clima de permanente de horror y misterio, ¿es esta
también su visión de la realidad?
Para
mí, la realidad es un lugar donde se pasa mucho miedo. Me dan pavor las cosas
que pasan en la vida real y muchas de las cosas que provocamos los seres humanos.
Entonces, me parece que la realidad es el lugar perfecto para ambientarse y
documentarse de lo terrorífico.
En el libro, se ponen en evidencia diversos roles de
mujeres, y de hecho, estos adquieren preponderancia a lo largo del libro, ¿cuál
es la relación entre estas mujeres de ficción y las mujeres actuales de la
realidad?
Creo
que ese es el ropaje que tiene el libro, hay una estética y un lenguaje que es
reconocible: el de los escenarios y los elementos macabros, pero sobre todo es
un libro en el que se habla de la mujer reducida al espacio doméstico, que es
el espacio que le ha correspondido durante muchísimo tiempo y que, en buena
medida, le sigue correspondiendo. Una especie de prisión que puede ser más o
menos dorada, pero que al fin y al cabo es prisión, mucho más que en el caso
del hombre.
Una de las características de Casa de Muñecas es la presencia de estas grandes dicotomías en los
relatos: hay historias terroríficas que conmueven, hay amor, pero también hay
odio y muerte. ¿Cómo es posible manejarlas y matizarlas dentro de una obra?
Bueno,
el componente de miedo lo suelen causar los monstruos. A mí me parece que aquel
es el ser más infinitamente tierno del mundo, porque este no sabe que es un
monstruo hasta que no lo mira alguien, entonces lo malo no está necesariamente
en él, sino en los ojos que lo miran, y son los monstruos los que más me
gustan. Entonces, yo creo que es muy fácil hacer ternura con los monstruos,
mucho más que la repulsión, y también está la piedad.
En
Maderley en venta, así como en Abierto para fantoches también se hacen
presentes las muñecas. ¿Qué simbolizan ellas para usted? ¿Existe una relación
oculta entre estas obras?
Creo
que soy una persona muy obsesiva y las cosas que me han gustado, desde pequeña,
no ha cambiado un ápice. Mi relación con las muñecas siempre ha sido una
relación de miedo y de fascinación: de miedo, porque me recuerdan la
inmovilidad eterna que es la muerte, la muñeca es un doble del ser humano; y de
fascinación, porque me parecen perfectas. La muñeca te recuerda a esa que nunca
vas a ser. En todos los libros que escribo y escribiré, aparecerán muñecas.
Creo que es una constante, porque siempre me resulta muy expresiva, y también
me recuerda mucho al papel de la mujer en la sociedad. La mujer aprende de las
muñecas la que debe de ser.
‘No concibo la literatura
sin imágenes’
Acerca
de la colaboración con la ilustradora Sara Morante, “Facebook tuvo la culpa”, declara. Todo surgió a partir de un
microcuento que Patricia escribió y subió en su muro, este relato fascinaría a
Sara y la llevaría a ilustrarlo. Tiempo después, la autora se aventuraría a
pedirle que realizara la ilustración para la portada del libro, pero luego acordarían
graficar varios de los relatos, realizando un trabajo en conjunto.
Casa
de Muñecas
presenta tiene una mezcla de estilos victoriano, gótico, incluso punk. ¿Por qué
razón deciden realizar esta fusión?
Porque
a mí lo victoriano me parece una estética apasionante, está muy relacionada con
la muerte, con la oscuridad, pero al mismo tiempo es muy estilizada. También
están todos esos prejuicios relacionados con la carne y lo erótico. Y luego, lo
gótico es algo que me interesa muchísimo, sobre todo en los lugares y
ambientes. Las casas me parecen escenarios de terror muy rentables, porque tienes
todos los elementos: tienes el cuchillo para cortar carne, la nevera para hacer
vudú con la desconocida de turno, tienes la ventana para tirarte por ella.
Tienes muchas cosas que pueden usarse en contra de la integridad física. Y lo
punk, por lo desafiante e irreverente, trato de desdramatizar, pero sin dejar
de combatir, me gusta mucho la protesta que es fotogénica e inteligente.
Tengo entendido que entre sus aficiones se encuentra
el cine, de hecho, en Casa de Muñecas
se percibe un lenguaje cinematográfico a través de algunas referencias. ¿Cuáles
son las posibilidades que otorgan esta interdisciplinariedad y cómo enriquece a
la obra?
Yo
creo que tenía que ser muy explicable la relación que hay entre el cine y la
literatura, o lo rentable que es el cine para la literatura. El cine, sobre
todo, nos suministra imágenes, y yo trabajo mucho a partir de lo que percibo
por los ojos. Lo que percibo por los ojos me cuenta muy a menudo muchas más
cosas que las que los olores, los sabores, y las palabras. Entonces, el cine, a
mí me ha servido como un banco de imágenes y de inspiración permanente. No concibo
la literatura sin imágenes, y el cine te las da.
Para
Patricia Esteban Erlés, la invitación que le realizó Ciudad Mínima para formar parte del festival, le resultó
formidable. Se confiesa feliz de haber sido parte de esta fiesta de las letras,
y muy entusiasmada por el impulso que se le está dando a la lectura y escritura
entre los chicos y los jóvenes. Considera, que el principal aporte de la
micronarrativa se encuentra en la sensación de velocidad que esta le brinda al
lector, sin restarle profundidad al texto. Patricia concluye con una exquisita
analogía, que es en definitiva certera: “el
microrrelato es como un caramelo envenenado, el público lo consume muy rápido,
pero sin darse cuenta de que la digestión es muy lenta”.
0 comments:
Publicar un comentario